Campeonas del mundo
Campeonas del mundo, la copa del mundo les ha llegado a las futbolistas de la selección española después de canear muchos acosos y zancadillas desde la infancia. ¡Felicidades!
Cuando consideramos que hemos metido la pata,
y queremos enmendarlo, algo nos pasa; recapacitas y notas con cierto alivio,
que la arrogancia sale por la ventana. No es el caso de Rubiales, no.
Hay errores repugnantes, que pasarían hace
unos años a las páginas de cotilleo, como el del presidente de la RFEF, Luis
Rubiales, pero hoy por hoy, no, gracias al feminismo.
Lo que le ocurre a Rubiales es que pertenece a
otra época, a la del silbido desde el andamio, a la de “ellas dicen que no,
cuando quieren decir que sí”.
Desconozco de dónde le ha venido ese estilo
barriobajero al presidente de la RFEF, que celebra los goles de la selección
femenina con sus propias pelotas. Ese aire, o complejo de marajá del harén con
el que puede acceder a las jugadoras, sin autorización, yo no sé si lo ha
aprendido en Qatar, en los anteriores mundiales, donde esos gestos son “cosas
de tontos”. Pero aquí y ahora, no le valen.
La reacción social ha sido unánime,
federaciones, entrenadores y la clase política se han desatado con unánime
enfado, y ya hay interpuestas varias denuncias contra el “aquí te pillo y aquí
te estampo el beso” a la jugadora Jennifer Hermoso. Ahora estos gestos ya se analizan con prismáticos de
igualdad y lo que se aprecia es un ataque certero contra la libertad sexual. Es
el beso y la palmadita, para certificar su sello personal. El periodismo también usa el VAR para estas
cuestiones.
Veamos, ya no estamos hablando de enmendar un error,
porque para personas de esta calaña, “todo el monte es orégano”. Pero
pongámonos en el hipotético caso de que Rubiales recapacitara y pidiera
perdón. Pedir perdón es un acto de valentía, de madurez, de honradez, y este
rasgo se transmite, se nota; hasta el momento no lo hemos visto.
Las disculpas de Rubiales, no le pasan por el
cuerpo, sino por el bolsillo. ¿Realmente las pide, a quién, a la jugadora, a la
Real Federación Española de Fútbol?
En su explicación al vuelo, casi de Tik tok,
no le pide perdón a la agraviada, ni a las jóvenes, ni al país que presenció
tal bochornoso ataque. Sólo se pide perdón a su egolatría, no era el momento oportuno;
“ante las cámaras, no, te confundiste, Luisito, no era el mejor momento”. En el
subtexto del mensaje, lo que menos le importaba era la víctima. Pero sí le
fastidiaba la pérdida de prestigio, la posible inhabilitación, hasta la pérdida
de su contrato como presidente de la RFEF.
Ahí le duele; una razón de peso: según la
RFEF, el salario bruto de Luis Rubiales es 634.518,19€ (ese ha sido el de 2021).
Nadie se ha creído su ridícula explicación.
Esos seis cientos miles de razones explican su
arrogancia. Su personaje podría venirse abajo; reconocer el error sería
defenestrarse. Tuvo una oportunidad pero no la aprovechó.
¿Qué tal si hubiera dicho: “me tomé unas
copillas de champán en el vestuario y se me subieron. Me porté como un cretino,
sólo de pensarlo, me siento fatal, como un viejo verde. Yo adoro la labor llevada
a cabo por las futbolistas y de ningún modo soportaría que nadie las objetivase,
se propasase con ellas o las devaluase como personas, como mujeres y como maravillosas
deportistas. Voy a impulsar una normativa para que el respeto, la justicia igualitaria
y el protocolo antiviolencia se sigan a rajatabla.
Potenciar la igualdad incluirá la equiparación
de los salarios femeninos con los de sus compañeros, de acuerdo con su esfuerzo
y valía.
Mi comportamiento ha sido indigno de una
persona con mi posición, así pues, pido perdón a la jugadora J.Hermoso y pongo
mi cargo a disposición de las autoridades competentes. (espero que acepten mis
disculpas y no admitan mi dimisión)”.
Todo ha sido una ficción, por supuesto, no se
espera semejante paso de Luis Rubiales, porque ya no se hubiera dado la escena vergonzosa
que ha protagonizado.
Bueno, le regalé ese discurso porque, aunque
pedir disculpas no le pasase por el cuerpo, la lingüística le hubiera salvado
el pellejo, porque describe hechos y compromisos que pueden tener una
transcendencia para nuestras deportistas presentes y futuras, más allá de
cualquier jerarquía deportiva.
Lo que hemos apreciado por parte del señor
Rubiales es desfachatez y chulería. Pero no todo está perdido porque ahora hay
cursos de rehabilitación para casos como el suyo.
Nota: atentas al sindicato #futfem y futpro. @jennihermoso
Agosto, 2023
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