Nuestros gratos dialectos y el Manifiesto en defensa de la escritura manuscrita
Con la traducción al euskera, al fin
tenemos el Manifiesto por la defensa de la escritura manuscrita, en
todas las lenguas peninsulares. Me dirán, falta el bable, y el valenciano; o el
catalán insular de las Baleares. Seguro que voces infladas de razones filológicas
contestarán con aquello de que: “son dialectos, no lenguas”, y ya me habré
metido en un jardín, cuando la intención no era otra que reconocer y preservar
la escritura a mano como uno de los logros de nuestra civilización. No me extenderé
en este asunto porque, ya en el texto, se desarrolla la idea de que lenguas,
lecto-escritura y civilización humana, se “instalan” desde el mismo “servidor”
de conocimientos.
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Inicio del texto del Manifiesto en euskera |
Claro que hablamos dialectos,
dialectos del indoeuropeo. El catalán, el castellano y el gallego son dialectos
del latín. También tenemos dialectos del español en Iberoamérica; y en la línea
de la Concepción. El gallego lo hablan más de diez mil personas en la provincia
de Cáceres, a fala de Xálima, del valle Jálama. En Gibraltar, han desarrollado
un criollo, un habla del dialecto andaluz-inglés, el “yanito” (llanito),
servido por la necesidad de comunicación con sus colonos británicos.
Se habla euskera en comarcas del
sur de Francia, y en núcleos creados por la emigración por todo el mundo. Continúan
buscando el origen de esta lengua en yacimientos lingüísticos prehistóricos.
No hay lenguas puras;
intercambiamos léxico, como intercambiamos costumbres o derechos, para
completar nuestro saber.
Desde el punto de vista
lingüístico la jerarquía cualitativa es inoperante, y prejuiciosa, y está
vinculada a razones extrínsecas a la lengua, como bien sabemos. Puede que
internet esté consiguiendo una colonización silenciosa de resultados desconocidos.
Tampoco el número de hablantes determina,
cualitativamente, el valor de una lengua (aunque este asunto es matizable). Cualquier
diccionario nos abre las puertas a esta aventura (diacrónica y sincrónica), a
descubrir los distintos tipos de lenguas en cuanto a su morfología y su
fonética: lenguas que no tienen futuro gramatical, como el chino mandarín; lenguas
declinables, como el ruso; lenguas aglutinantes, como el euskera; o lenguas tonales,
como las batúes o el sueco.
Las lenguas minoritarias son
especies cuyo rescate es esencial para la cultura. Con nuestra, o nuestras
lenguas ¾como
sucede en lugares polilingües¾
acuñamos nuestra vida, nuestros derechos, la economía, redactamos normas,
transmitimos saberes, informamos de la vida, transmitimos avances científicos
de generación en generación.
Quien desprecia una lengua,
desprecia el presente, pasado y futuro de una comunidad. Parafraseando a Stanislavski,
cuando decía que “no hay personaje pequeño, sino intérprete pequeño”, yo diría,
no hay lengua pequeña, sino políticas intransigentes, y minifundistas, en el
campo cultural y político.
Bienvenidas sean nuestros gratos dialectos
y las políticas que los protegen.
Mónica Bar Cendón. Sección de
Pericia Caligráfica de CODOLI. codoli.com
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