Las letras escritas a mano alargan nuestra conciencia

El desarrollo de la escritura manuscrita ha supuesto un hito en nuestra civilización. Convertimos imágenes mentales en iconos y, corriendo los tiempos, las palabras escritas revelarían la consolidación de nuestros pensamientos. La escritura marca el éxito de la comunicación humana amplia, intercultural.
La escritura manual es un proceso muy complejo que nos reivindica como personas y que comienza en nuestra primera infancia. El aprendizaje de los útiles escriturales marca la evolución de nuestro progreso escolar: el paso del lápiz al bolígrafo, de la pluma al rotulador, de ahí al pincel, y hasta al aerosol. Este proceso expresa, más que el avance manual, el desarrollo de nuestra conciencia.
No se trata, de ningún modo, de volverle la espalda a la magnífica perspectiva que plantea el mundo digital, la utilidad de las pantallas en la enseñanza, en el ocio, bienvenidas sean todas estas herramientas; ¿Lanzar una cruzada contra el mundo tecnológico? De ningún modo.
Pero, al mismo tiempo, ignorar las aportaciones de la escritura manuscrita, supone un debilitamiento de nuestras capacidades mentales, sobre todo, en etapas clave de la formación como son la infancia y la adolescencia. Por eso pretendo llamar la atención sobre la importancia de escribir a mano para la conexión neuronal, la interacción entre el cerebro y los músculos de las extremidades distales, entre la mano y el ojo.
La escritura manuscrita activa zonas del cerebro que no es capaz de activar el uso de un teclado. No dejemos de ponerla a prueba, a diario. 
Múltiples estudios científicos avalan las capacidades que amplía la escritura manuscrita en las personas jóvenes o pequeñas, y cómo fortalecen la memoria, la capacidad de aprendizaje, de asociación de ideas, la expresión de emociones; mejora la coordinación sensomotora, la relación ojo-mano, la vista de la elaboración de los trazos sobre el papel activa los sentidos.
En la etapa madura, la escritura es un protector del envejecimiento neuronal, mantiene la mente alerta.

Estamos a tiempo de ganarle la partida al teclado predictor, pasivo e impersonal. 

            


 

        

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