Felices noventa, Quino

Quino decía en una entrevista, en 2014, con motivo de su llegada a España para recoger el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades*, que la gente cada vez estaba más conectada, pero no encontraba con quién conversar.

El dibujante, descendiente de andaluces, republicano y no creyente, dudó a la hora de aceptar el premio, pero sopesó el prestigio de los galardonados en anteriores ediciones y no se arrepintió, por el cariño e interés recibido.

Por qué es eterna, Mafalda, le preguntan, y no derrocha elocuencia en sus respuestas; al contrario, se muestra tímido y reservado, tan entrañable como su creación, Mafalda, apenas "una niña que le pregunta a sus padres, porqué hay pobreza, o porqué existen las guerras", cuestiones elementales que permitirían mantener su interés y continuidad en el tiempo.

Para las mujeres de mi generación, Mafalda no era un personaje de cómic, sino una lideresa, que conseguía alentar una revolución social, solamente con el sentido común. Alejada de las aventuras, los viajes exóticos, los trompazos, y los héroes de los cómics al uso, Mafalda derribaba tópicos sin moverse de su casa o de su barrio, con un humor desmitificador inédito.

Tanto Mafalda como su pandilla del barrio: Susanita, Felipe, Manolo, Libertad, personifican deseos, metas, intereses, el egoísmo o la utopía, una humanidad en pequeñito, un espejo en el que reconocernos. 

Quién lo diría, que esa niñita diseñada para una campaña publicitaria de electrodomésticos, sería capaz de transmitirnos esa sabiduría desmitificadora y ese humor inteligente que la hacen inolvidables.

Felices noventa, Quino (Joaquín Salvador Lavado Tejón, 1932-2020)

*Fuente: Quino - Premiados - Premios Princesa de Asturias - Fundación Princesa de Asturias (fpa.es)



Comentarios

Ana Maria Corredor ha dicho que…
¡Me ha encantado! Cuánto hemos aprendido de Mafalda. Desde luego, motivación para cuestionar, para ser irreverentes, para no tragarnos enteras las historias que nos cuentan.

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